martes, 12 de septiembre de 2017

Nuestra propia Luvina

      Ayer encontré un libro de cuentistas mexicanos perdida entre el caos personal que llamo
mi biblioteca. El primer cuento de la antología es de mi amado Juan Rulfo y se titula Luvina, lo que me trajo un montón de recuerdos, de cuándo me lo presentaron y de la primera vez que leí este cuento.
      Eran los años noventa y yo cursaba el segundo año de Bachillerato Humanístico. Había probado antes con el Biológico y no me había ido bien. Por más que soñara con cursar la Facultad de Veterinaria, parecía que lo mío eran las letras al fin. En el curso de Literatura de este año los profesores escogían siempre los mismos autores y ya me estaba preparando para ver, de nuevo, La siesta del martes de Gabriel García Márquez, un cuento que yo detestaba. Pero, para nuestra suerte, nos tocó una profesora joven que iniciaba su carrera y que, ¡oh, sorpresa!, dijo que no a ella no le gustaba García Márquez y que trabajaríamos con un escritor mexicano: Juan Rulfo
      El primer cuento que leímos se titulaba Luvina y presentaba un lugar áspero, envuelto en un viento perpetuo, polvoriento y olvidado, con una población fantasmal que se negaba a cambiar nada en sus vidas muertas y en el lugar en el que vivían. Nos identificamos inmediatamente. En ese momento nuestra ciudad-pueblo no tenía calles pavimentadas y al atardecer veías que la niebla diluía el horizonte, pero no era más que polvo levantado por lo vehículos o por el viento, o por un intento de vida. Nuestra ciudad se convirtió en nuestra Luvina, que se resistía al cambio porque se había acostumbrado a esa existencia en un Limbo metafórico. 
      Después leímos La cuesta de las comadres y yo quería tragarme todo lo que hubiera disponible sobre Rulfo lo que en tiempos de ausencia de internet significaba todo lo que se pudiera encontrar en la biblioteca del liceo, o sea, nada. El amor se estableció ahí, en ese momento en el tiempo, pero se prolongó por el resto de mi vida y aún persiste.
      Terminada la anécdota que quería contarles, hablemos del libro que inspiró estos recuerdos. Se trata de una edición uruguaya con tapa de cartón bastante estropeada, sin fecha de publicación. En las solapas se nos informa a los lectores que la Biblioteca de Radio Sarandí (una emisora radial uruguaya con una programación para todo público) desde 1977, y cada cuatro meses, publicaba un volumen a precio accesible. Luego de una corta nota de los editores, se incluyen seis cuentos de seis narradores mexicanos:
  1. Luvina. Juan Rulfo (1918-1986). Sobre el que ya les conté.
  2. El lenguaje de nadie. José Revueltas (1914-1976). Sobre Carmelo, "el peón más pobre no sólo de la hacienda sino de todos los contornos", que pierde a su esposa durante una epidemia de tifus y tiene el sueño de tener una pequeña parcela de tierra que sembrar.
  3. La muñeca reina. Carlos Fuentes (1928-2012). Sobre un hombre que encuentra entre las páginas de un libro olvidado un billete dejado por una novia de su infancia y decide descubrir qué ha sido de ella. "Los ogros de mi invención súbitamente, son dos viejos solitarios, abandonados, heridos, que apenas pueden confortarse al unir sus manos con un estremecimiento que me llena de vergüenza. La fantasía me trajo hasta este comedor desnudo para violar la intimidad y el secreto de dos seres expulsados de la vida por algo que yo no tenía el derecho de compartir."
  4. La lucha con la pantera. José de la Colina (1934). Sobre un hombre ante el mayor desafío de su vida.
  5. La reina. José Emilio Pacheco (1939-2014). Sobre Adelina, una muchacha con sobrepeso y muchos problemas.
  6. Después de la cita. Juan García Ponce (1932-2003). Sobre una muchacha que espera a su cita.
      Los que más me gustaron además de Luvina: la poesía del relato La muñeca reina de Carlos Fuentes y La reina, el tristísimo relato de José Emilio Pachecho. Les dejo aquí mi invitación a leerlos compartir su opinión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario