Hay días en que enloquecer un poco nos está permitido.
La vida se ensaña con nosotros y la venganza es salirse de los parámetros estipulados de nuestra conducta, sacar a relucir nuestro otro/otros Yo y hacer de cuenta que ese día nos tragaremos el mundo si el mundo insiste en tragarnos a nosotros.
Todos tenemos ese Yo oculto para emergencias, el grito en la garganta que de otro modo no sale, el vestido que, en otra circunstancia, no me atrevería a usar. No hay conducta ridícula o inadecuada cuando es necesaria. Necesaria para poder volver a respirar, recuperarnos a nosotros mismos, mostrar que aún estamos vivos.
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